jueves, 20 de febrero de 2014

La Regla del Oso



Muchas veces  confundimos sueños con expectativas sin darnos cuenta  que, mientras los sueños nos abren el mundo, las expectativas nos encierran en la espera pasiva de lo deseado…
¿Por qué nos aferramos sorprendentemente a ellas? ¿Qué pasa si no puedo aceptar tener  que renunciar a lo que “tanto deseo“?
¿Qué pasa si siento que no puedo armar mi proyecto de vida?
Tenemos un deseo determinado. Queremos algo con el alma, con todo nuestro ser. Soñamos día y noche con tenerlo. Este es el momento de aplicar una regla básica: La regra del oso idiota.
Esta regla comienza  con la “O” del oso. ¿Usted quiere algo? Obténgalo!!! “Obtenga” lo que usted quiere, juéguese la vida  para obtenerlo!!! corra el riesgo!!!, comprométase con su deseo!!! ¿Qué busca? ¿El amor de ésa persona “tan especial”?… ¿Esa casa “tan soñada”?… ¿Ese trabajo?… Vaya, salga a buscarlo y obténgalo!!!
Pero…, uno puede darse cuenta que a veces es imposible obtener lo que quiere. Entonces, ¿qué dice  la regla en segundo lugar? ¿No puede “obtener” lo que quiere?… (Y siguiendo con la “S”, la segunda letra del oso) Nos dice: Sustitúyalo!!! “Sustitúyalo” por otra cosa!!! – Esa persona “tan especial y única” no me quiere… Pues bien, que lo quiera otra persona. – Esa otra tampoco me quiere…. Entonces, busque un marinero!!!
Cómprese una mascota!!! – Ah… No!!! Imposible sustituirla!!! “Como ésa persona no hay…”
Entonces, ¿qué nos dice la regla en tercera  instancia?… ¿No lo pudo “obtener”?… ¿No lo puede “sustituir”?… Y siguiendo con la “O”, la tercera letra del oso) Nos dice: Olvídelo!!! -Ah No, “Imposible”….. ¿Cómo imposible? – Siii, “Imposible olvidarla!!!” “Éso si que es i-m-p-o-s-i-b-l-e!!!”
Ahhh… “¿Imposible?”
Entonces… si no lo puede OBTENER, si no consigue SUSTITUIRLO, si no quiere OLVIDARLO… La “Regla” dice que Ud. es un “IDIOTA”.
Quedando así constituida “LA REGLA DEL OSO IDIOTA”.
Tal vez no sea tan fácil  “decidir” que puedo Olvidar. “SI” puedo “decidir” no quedarme pegado a lo que creo que es imposible. Y éso es lo neurótico, lo ridículo, lo “idiota”.
Jorge Bucay
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martes, 31 de diciembre de 2013

el elefante encadenado


Cuando yo era pequeño me encantaban los circos,y lo que más me gustaba de ellos eran los animales.Me llamaba especialmente la atención el elefante que,como más tarde supe era también el animal preferido de otros niños.Durente la función,la enorme bestía hacía gala de un tamaño,un peso y una fuerza descomunales...Pero despuésde la actuación y hasta poco antes de volver al escenario,el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba sus patas.

Sin embargo,la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo.Y aunque la madera era gruesa y poderosa,me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza,podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.

El misterio sigue pareciéndome evidente.
¿Qué lo sujetaentonces?.
¿Por qué no huye?.
Cuando era niño,yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores.Pregunté entonces por el misterio del elefante...Alguno de ellos me explicó que el elefante no huía porque estaba amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia:"Si está amaestrado,¿por qué lo encadenan?".
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.
Con el tiempo,me olvidé del misterio del elefante y la estaca...
Hace algunos años,descubrí que,por suerte para mí,alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:

"El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy,muy pequeño".

Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca.Estoy seguro de que,en aquel momento el elefantito empujó,tiró y sudó tratando de soltarse.Y,a pesar de sus esfuerzos,no lo consiguió,porque aquella estaca era demasiado dura para él.
Imaginé que se dormía agotado y al día siguiente lo volvía a intentar,y al otro día y al otro...Hasta que,un día,un día terrible para su historia,el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa,porque,pobre,cree que no puede.

Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer.
Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo.
Jamás,jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.

Todos somos un poco como el elefante del circo:vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad.

Vivimos pensando que "no podemos" hacer montones de cosas,simplemente porque una vez,hace tiempo lo intentamos y no lo conseguimos.
Hicimos entonces lo mismo que el elefante,y grabamos en nuestra memoria este mensaje:No puedo,no puedo y nunca podré.

Hemos crecido llevando este mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y por eso nunca más volvimos a intentar liberarnos de la estaca.

Cuando,a veces,sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas,miramos de reojo la estaca y pensamos:"No puedo y nunca podré".

Ésto es lo que te pasa,vives condicionado por el recuerdo de una persona que ya no existe en tí,que no pudo.

Tu única manera de saber si puedes es intentarlo de nuevo poniendo en ello todo tu corazón...¡¡¡Todo tu corazón!!!.

JORGE BUCAY.
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lunes, 30 de diciembre de 2013

Pienso que aún me ama


Nos conocimos en una fiesta de la escuela cuando mi ex me hartaba de sus celos y corté con él (Ángel). Estaba bailando con unas amigas y un amigo me presento a Óscar (mi ex) y luego empezamos a bailar. Nos miramos a los ojos y él me besó y yo le seguí.
Al día siguiente, él me agrego en Facebook y empezamos a hablar y luego me pregunto si quería ser su novia y dije que sí.
Cuando entramos a la escuela nos vimos y nos la pasábamos muy bien hasta que un día una morra de primero de secundaria lo conoció y se empezó a comportar raro conmigo y más porque ya mero eran las vacaciones y el se iba a ir a la prepa.
Unos tres días después de nuestro aniversario de tres meses había un evento pero yo no pude ir ni él tampoco, así que estábamos solos y él estaba callado y no me hablaba, ni quería hacer nada conmigo (caminar).
Esa tarde me dijo su amigo que quería hablar conmigo y dije que sí, así que fui a los bebederos y ahí estaba él y me dijo que deberíamos dejarlo ya en tres meses porque le gustaba una morra y yo le dije que ok y me abrazó y me quiso besar, pero yo volteé mi cara, me dio un beso en el cachete y me fui. Se me salieron las lágrimas y nos vimos a la cara y a él también se le salieron las lágrimas porque iba con la cara hacia abajo.
Un mes después su amigo y el se pelearon porque los dos estaban enamorados de mí. Su amigo me dijo por qué cortó conmigo y era por la morra de primero de secundaria (Lizeth). Fue el ultimo día de clases y él me quería invitar a bailar, pero yo me fui con mis amigas a bailar. Pusieron la canción con la que nos conocimos y él pensó que la iba a bailar con él, pero mejor me fui porque no quería empezar a llorar ni recordar ese día.
Asistí a su graduación y cuando me vio se puso feliz, pero yo no iba por él si no por mi mejor amigo y cuando me vio bailando con él se fue a decirle al dj algo y luego se quedo con él, pero porque me quería ver. Pusieron la canción de perdóname, se me acercó y me besó, pero yo no le seguí. Sólo me fui y desde ese entonces no me he enamorado otra vez.
Sí, aún lo amo, pero las cosas pasan.

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historias de amor

Un famoso maestro, se encontró frente a un grupo de jóvenes que estaban en contra del matrimonio.

Los muchachos argumentaban que el romanticismo constituye el verdadero sustento de las parejas, y que es preferible acabar con la relación, cuando ésta se apaga, en lugar de entrar en la hueca monotonía del matrimonio.

El maestro les dijo que respetaba su opinión, pero les relató lo siguiente:

"Mis padres vivieron 55 años casados. Una mañana, mi mamá bajaba las escaleras para prepararle a papá el desayuno, sufrió un infarto y cayó. Mi padre la levantó como pudo y, casi a rastras, la subió a la camioneta. A toda velocidad, sin respetar semáforos, la condujo hasta el hospital.

Cuando llegó, por desgracia, ya había fallecido.

Durante el sepelio, mi padre no habló; su mirada estaba perdida. Casi no lloró.

Esa noche, sus hijos nos reunimos con él. En un ambiente de dolor y nostalgia, recordamos hermosas anécdotas y él pidió a mi hermano, teólogo, que le dijera donde estaría mamá en ese momento. Mi hermano comenzó a hablar de la vida después de la muerte, y de conjeturas de cómo y dónde estaría ella.

Mi padre escuchaba con atención. De pronto pidió que lo lleváramos al cementerio.

"¡Papá!", respondimos, "¡son las 11 de la noche, no podemos ir al cementerio ahora!".

Alzó la voz, y con una mirada vidriosa dijo:

"No discutan conmigo, por favor, no discutan con el hombre que acaba de perder a la que fue su esposa por 55 años".

Se produjo un momento de respetuoso silencio, no discutimos más. Fuimos al cementerio, pedimos permiso al velador. Con una linterna llegamos a la tumba. Mi padre la acarició, oró y nos dijo a sus hijos, que veíamos la escena conmovidos:

"Fueron 55 años... ¿saben? Nadie puede hablar del amor verdadero, si no tiene idea de lo que es compartir la vida con una mujer".

Hizo una pausa, y se limpió la cara. "Ella y yo, estuvimos juntos en aquella crisis. Cambié de empleo...", continuó. "Hicimos el equipaje cuando vendimos la casa y nos mudamos de ciudad. Compartimos la alegría de ver a nuestros hijos terminar sus carreras, lloramos uno al lado del otro la partida de los seres queridos, oramos juntos en la sala de espera de algunos hospitales, nos apoyamos en el dolor, nos abrazamos en cada Navidad, y perdonamos nuestros errores... Hijos, ahora se ha ido, y estoy contento, ¿saben por qué?

Porque se fue antes que yo. Ella no tuvo que vivir la agonía y el dolor de enterrarme, de quedarse sola después de mi partida. Seré yo quien pase por eso, y le doy gracias a Dios. La amo tanto, que no me hubiera gustado que sufriera...".

Cuando mi padre terminó de hablar, mis hermanos y yo teníamos el rostro empapado en lágrimas. Lo abrazamos, y él nos consoló: "Todo está bien, podemos irnos a casa; ha sido un buen día".

Esa noche entendí lo que es el verdadero amor; dista mucho del romanticismo, no tiene que ver demasiado con el erotismo, ni con el sexo, más bien se vincula al trabajo, al complemento, al cuidado y, sobre todo, al verdadero amor que se profesan dos personas realmente comprometidas".

Cuando el maestro terminó de hablar, los jóvenes universitarios no pudieron debatirle; ese tipo de amor, era algo que no conocían. Ojalá algún día puedan encontrar un amor así; y si lo encuentran, jamás, pero jamás, lo dejen ir...


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Fui un cobarde…








Tengo 60 años, y perdí el amor de mi vida por cobardía. Conocí a María cuando tenía 25 años, y me enamoré nada más verla. Esa conexión, única, especial, rabiosamente brutal, que sólo parece existir en las películas. Yo tuve el privilegio de rozarlo. Privilegio, porque cuantos pasan por este mundo sin sentir esa conexión, aunque yo apenas rocé ese privilegio por mi cobardía.
Por mi experiencia en la vida, puedo con absoluta certeza asegurar que este tipo de conexión sólo se te presenta una vez con ese ser especial, o no se presenta jamás. He conocido muchísimas personas con sus historias y sentimientos a lo largo de mi vida, y no creo que ellos tuvieran ese privilegio que a mí se me concedió.
María tenía 20 años y era bajo mis ojos la mujer más exquisita que había visto. Sensual, seductora, hermosa… Recuerdo cada detalle del primer día que la vi, porque nadie más, ni antes de ella ni después,  me hicieron sentir lo que ella… Conocerla fue el regalo más increíble que me han hecho en esta vida.
Después de observarla durante semanas, decidí un día hablarle… y si pudiera volver atrás, volvería a ese día y me escaparía junto a ella…
Después de ese primer día y durante un año, fui tocado por la mano de Dios.  Porque ella era aún más increíble que su belleza externa. Jamás me reí tanto con alguien, con nadie más que con ella las horas se convertían en minutos, jamás he deseado y amado a alguien como a ella.
Pero fui un cobarde, tuve la oportunidad de disfrutar del ser más increíble que conocí jamás… pero me alejé sin decirle adiós.
Estaba comprometido, y una semana antes de casarme me alejé de ella engañándome a mí mismo, poniéndome mil excusas para no romper con una boda junto a alguien que no amaba. Me alejé sin más, confiando que después de la boda sería un tipo formal. Y no hubo un día que no tuviera ganas de salir corriendo a buscarla, y no hubo una noche que su recuerdo me abrazara.
Cinco años más tarde la llamé. Y volverla a ver fue otra oportunidad que me dio la vida. Y me sinceré, le dije que estaba prometido, me había casado, y que había sido padre, dos veces. Que no amaba a mi mujer, y que seguía siendo infiel. Pero que no había podido olvidarla. Su gran corazón me conmovió. No había rencor. Y yo volví a sentir ese no sé qué que sólo he sentido junto a ella.
Si, era un hombre infiel porque estaba con quien no amaba, por ser un cobarde, y no romper con un status social estúpido. Tener dinero me facilitó que las mujeres se acercaran. Yo no buscaba amor, sólo sexo, porque mi mujer no me atraía, y amor no buscaba, porque mi alma era de María, aunque no estuviera junto a ella.
Volvimos a vernos para charlar, otra vez, y otra, y otra… y miles más. Y le prometí que estaría junto a ella, que me separaría… pero no lo hice, y un año más tarde ella se alejó de mí.
No podía separarme con mis hijos pequeños, no tenía el valor, era un cobarde obligándome a hacer algo que no quería. Yo quería volar junto a María, pero no hice nada.
Cinco años más tarde, y sin haberla olvidado ni un día, el destino me la puso de nuevo enfrente. Era una mujer de 30 años aún más hermosa. Y volvimos a sentir esa conexión nada más vernos, y volvimos a repetir la historia… y volví a fallarle, no pude separarme y estar junto a ella…. Y volvió a alejarse….y creí morir….de hecho estaba muerto por dentro, aplastado en una mentira, junto a una mujer que no amaba, estando con otras mujeres para no ver lo patética que era mi vida, porque yo anhelaba estar con maría. Me repetía una y mil veces que me separaría y que encontraría a María…. pero no lo hice!!!
Fue el destino que cinco años más tarde la puso junto a mi otra vez… y volví a repetir lo mismo, esa vez, y cinco años después otra vez. Con mis hijos ya adolescentes creí que sería capaz…. le había prometido tantas veces que estaría junto a ella, que no quería vivir sin ella, y aunque tuvo mucha paciencia conmigo y más amor por mí que todas mis amantes y mujer juntas. La decepcioné. Y al igual que no olvidaré jamás el día que la conocí, no olvidaré jamás el último día que la vi…y de eso hace ya 20 años. Cuando ya estaba decidido a dar el paso, pero sin darlo, había desgastado tanto su amor hacía mí en estos 20 años de decepciones constantes, que abrazada a mí se alejó definitivamente. Y la tuve que dejar ir. Aunque sus brazos han seguido abrazándome estos 20 años.
Mis hijos se hicieron mayores hace tiempo, hicieron sus vidas, y aunque los veo de vez en cuando, aprendí tarde, muy tarde, que mi amor por María no era incompatible con el amor de mis hijos. No hay día que no me arrepienta de no haber estado junto a ella, no hay día que no la piense, que no quiera volver atrás y cambiar toda mi vida, y lo curioso es que la vida me dio muchas oportunidades para hacerlo, pero María no se merecía un cobarde como yo, sino alguien que la valorara desde el minuto uno. Como así finalmente fue para ella. Aunque para mí, si tuviera que resumir mi vida serian mentiras, mentiras y mentiras. Lo único auténtico y real, era mi amor por ella. Yo era real cuando estaba junto a ella. El resto de mi vida, estaba lleno de mentiras y falsedades. Por eso desde hace 20 años, cada día a las cuatro de la tarde esté donde esté, esté con quien esté, esté haciendo lo que esté haciendo… Cojo una nota de mi cartera, para poder sentir que estoy vivo…
“Nos vemos a las 4 de la tarde….”
María 15 de junio de 1978
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domingo, 29 de diciembre de 2013

El Milagro de la Imaginación


En una tarde nublada, dos niños patinaban sin preocupación sobre una laguna congelada. De pronto, el hielo se partió y uno de los pequeños cayó al agua.

El otro, viendo que su amigo se ahogaba debajo del hielo, tomó una piedra y empezó a golpear con todas sus fuerzas hasta que logró romper a fin de salvar a su amigo.

Al llegar los socorristas, viendo lo que había sucedido, se preguntaron cómo lo hizo. Algunos murmuraban: "el hielo está muy grueso, es imposible que lo haya podido romper con esa piedra y con sus manos tan pequeñitas".

En ese instante, apareció un anciano y dijo:

- Yo sé cómo lo hizo.

Ellos preguntaron:

- Pues, dinos, ¿cómo lo hizo? Es sólo un niño.

El anciano concluyó:

- Es que no había nadie a su lado que le dijera que no podía hacer algo así. Simplemente ha sucedido lo que ya está escrito: "Si lo puedes imaginar, lo puedes lograr".

Copyright: Ohslho
La Paz, 11 de Noviembre del 2013
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LAS LUCES



Esta historia me la contó una chica de unos 16 años, y no le sucedió a ella, sino a su madre, una española que emigró a Alemania para buscarse la vida, teniendo que alquilarse una casa con su joven esposo que apenas tenía comodidades.

Eso sí, tenía visitantes misteriosos.

Al principio sólo eran sonidos, rasguños en la almohada que mantenía abrazada mientras trataba de descansar después de tantas horas de trabajo. Le asustó, cierto, pero mantuvo la calma y pensó que era su propio agotamiento el que la hacía tener alucinaciones auditivas. Los rasguños en la cama no son tan inhabituales ¿no?. Muchos los hemos oído. Son visitantes que quieren comunicarnos que "están ahí también, que no estamos solos".

La joven vivió con esa extraña experiencia unos días y terminó por acostumbrarse, pero una noche ocurrió algo terrible. Estaba tumbada en la cama, descansando, su marido estaba afeitándose en el cuarto de baño, y de pronto unas lucecitas de un tamaño algo mayor que el de las canicas, blancas azuladas y brillantes, comenzaron a salir de debajo de la cama.

Subieron, ascendieron hasta ponerse encima de ella, y bailaron.

La chica las miró estupefacta, tragó saliva y respiró profundamente. ¿Qué era aquello? ¿De dónde salían? ¿Qué las producía?

Y entonces las luces comenzaron a bailar con movimientos más bruscos, y una poderosa fuerza salió de ellas. La chica notó esa fuerza en puñetazos y patadas invisibles que la golpeaban y estampaban contra las paredes... Gritó, y su marido se cortó con la gillette. Cuando él iba a salir la puerta del cuarto de baño se cerró de golpe.

La joven española emigrante sufrió una paliza que la dejó destrozada, y no pudo hacer una denuncia, porque en qué comisaría de policía iban a escuchar semejante historia sin echarse a reir.

No volvió a ocurrirle porque volvió a España entre lágrimas y terrores.

Durante años jamás contó la historia, y cuando lo hizo, fue para contárselo a su hija -mi confidente-, quien me confesó que su madre no podía hablar del tema sin echarse a llorar y a temblar.

No es para menos. Su hija también lloró al contármelo.
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